2005

D. D'Andrea, E. Pulcini (eds.), Filosofie della globalizzazione, ETS, Pisa 2002, ISBN 88-467-0483-5

El libro Filosofie della globalizzazione, a cargo de Dimitri D'Andrea y Elena Pulcini, recoge una serie de ensayos que afrontan las principales cuestiones inherentes al proceso de globalización: desde la transformación del sujeto, a los nuevos desafíos globales y a la crisis del paradigma estatal. Las numerosas contribuciones han sido distribuidas por los editores en tres secciones tituladas respectivamente: modernidad y era global, globalización y orden político, palabras-clave para una política global: identidad, ciudadanía, soberanía popular. La heterogeneidad de los temas tratados es, sin embargo, sólo aparente, ya que el libro escoge un punto de vista privilegiado para el análisis de los procesos en acto: el punto de vista filosófico. La aproximación filosófica responde, según los autores, a una doble finalidad: producir un punto de vista unitario sobre un fenómeno -la globalización-, que interesa a muchas disciplinas y analizar críticamente el lenguaje, que corre el riesgo de revelarse inadecuado para 'relatar' el mundo mutado por los procesos de globalización. Una tesis de fondo parece inspirar todas las contribuciones recogidas: la globalización produce una ruptura respecto a los paradigmas antropológicos y a las formas políticas que han caracterizado la época moderna. Tal ruptura no debe, sin embargo, entenderse en el sentido radical de pasaje a una era postmoderna que constituiría una suerte de vuelco de la modernidad. En la estela de pensadores como Ulrich Beck y Zygmunt Bauman, los autores parecen más bien sostener que al envejecimiento de ciertos paradigmas que han caracterizado la modernidad le acompaña la persistencia de algunos caracteres típicamente modernos. Lo post-moderno o tardo-moderno radicalizaría algunos rasgos de lo moderno y no sería un fenómeno completamente nuevo.

Así Dimitri D'Andrea y Elena Pulcini ven emerger un nuevo paradigma antropológico que conserva, sin embargo, los rasgos exasperados del moderno. Para Dimitri D'Andrea el individuo global estaría caracterizado por una fuerte adaptabilidad al mundo, sería un individuo maleable, dotado de una personalidad débil. Para Elena Pulcini la globalización radicaliza las tendencias narcisistas del yo postmoderno conduciendo, por una parte, a la ruptura del ligamen social, y por otra, a su reproposición en la forma regresiva del comunitarismo.

En la misma perspectiva puede ser encuadrado el ensayo de Saskia Sassen, Fuori controllo? Lo Stato e la nuova geografia del potere. Sassen contesta precisamente una de las tesis más recurrentes en la literatura sobre la globalización entendida como fenómeno de radical ruptura con el pasado: aquella según la cual los Estados nacionales se irían debilitando cada vez más, porque no podrían seguir ejerciendo sus prerrogativas soberanas en un mundo unificado por la economía global. Según Sassen, por el contrario, la globalización habría reforzado precisamente aquellas estructuras de los Estados nacionales que están ligadas a las funciones de la banca y de las finanzas internacionales. La economía contemporánea nacería, de hecho, de las relaciones entre los actores económicos globales y las economías estatales. El territorio nacional conservaría, por tanto, su importancia también en la era de la globalización.

La misma atención para llevar a cabo un análisis riguroso y no apocalíptico de las transformaciones en curso se encuentra en los ensayos de Chiara Bottici y Debora Spini, ambos dedicados a las transformaciones de lo político y a la crisis de la soberanía estatal moderna. En cambio, la contribución de Furio Cerutti pone significativamente en relación el tema de los "desafíos globales" con el más general de la globalización. No pudiendo citar todos los ensayos, cada uno de los cuales se caracteriza por el planteamiento muy original de un específico tema inherente a la globalización, me limitaré por último a mencionar el ensayo de Martin Albrow, La giustizia globale e il sogno americano, tanto porque Albrow es, como es sabido, uno de los principales analistas de la globalización, cuanto porque el texto, escrito antes del 11 de septiembre y dedicado al nuevo papel global de la potencia americana, me parece todavía de gran actualidad. Albrow sostiene que la globalización económica ha sido, en parte, también una forma de americanización, al menos en el sentido de que el motor económico de tal proceso debe situarse en la economía estadounidense. Sin embargo, según Albrow, la americanización del globo supone también la globalización de América, que no podría seguir representándose como una gran nación enfrentada al resto del mundo. Si el globo, de hecho, asume gran parte de los valores americanos, va a faltar uno de los presupuestos de la política de los Estados Unidos, el del enfrentamiento a un enemigo externo que querría atacar los valores fundamentales de civilización y democracia que inspiran la nación americana.

Hoy Estados Unidos parece haber encontrado tal enemigo en el terrorismo islámico. Las palabras de Albrow podrían entonces parecer superadas. Sin embargo, al indicar un camino a recorrer distinto del de la exportación con las armas del sueño americano a todos los países del mundo, aquellas palabras se revelan todavía muy útiles para la reflexión sobre el presente.

Lucia Re